Inspectores del organismo fiscalizaron el Golf y barrio privado de Cañuelas a raíz de un monitoreo que detectó cambios negativos en el Arroyo Cebey. Desde 2017, ACUMAR no solo controla a todo establecimiento industrial que se encuentre radicado u opere en el ámbito de la Cuenca Matanza Riachuelo sino también a los establecimientos de actividad de servicios.
En la última semana un equipo técnico de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo, alertado por un monitoreo de la calidad del agua del arroyo Cebey, realizó una inspección en el Campo de Golf y barrio privado de Cañuelas, en busca de irregularidades en el tratamiento de los efluentes líquidos que vuelca en el Arroyo de la Cuenca Alta.
Desde 2017, ACUMAR no solo controla y fiscaliza a todo establecimiento industrial que se encuentre radicado u opere en el ámbito de intervención de la Cuenca Matanza Riachuelo sino también a los establecimientos de actividad de servicios.
Viviendas, complejos habitacionales, barrios cerrados, hospitales, penitenciarías y hasta clubes de golf son los causantes de buena parte de la contaminación de la Cuenca Matanza Riachuelo, al arrojar sus desechos orgánicos al curso del agua sin haber sido tratados con anterioridad ya que, muchos de ellos, aún se encuentran desvinculados de la red cloacal o no cuentan con plantas de tratamiento que procesen sus efluentes antes de desembocar en el río.
“Es importante entender que, si bien las industrias son un factor importante, la carga orgánica de los cursos de agua es el mayor contaminante de la Cuenca, este tipo de contaminación es prácticamente el 80% del estado actual del Riachuelo”, aseguró Federico Gatti Lavisse, director General Ambiental de ACUMAR.
Actualmente más de 2.5 millones de personas como así también distintas industrias y establecimientos no cuentan con acceso al sistema cloacal. “En este momento se trabaja en la extensión de las redes cloacales pero, mientras avanzan las obras, controlamos el nivel de volcado al agua”, explicó Gatti.
En el Club de Golf se analizó la Planta de Tratamiento preparada para el barrio cerrado y el estado de las lagunas internas. “Muchas lagunas son reservorios de agua para los momentos de lluvia. Pero al permanecer estancada, el agua pierde oxígeno, gana en carga orgánica y, cuando llueve, se vuelca al curso del arroyo. Así es como en los registros del arroyo esto impacta de forma negativa en el curso de agua”, comentó el Director Ambiental.
En lo que va de 2017 se tomaron 849 muestras de aguas subterráneas, agua superficial y efluentes sin tratamiento en distintos puntos de la Cuenca y casi la mitad (413) estaba fuera de los parámetros indicados por ACUMAR. En marzo último, se intensificó el trabajo de los inspectores al entrar en vigencia la nueva normativa (Resolución Nº 46/17) que restringe aún más los límites de descargas en los cursos de agua que conforman la Cuenca.
En este tiempo se detectaron también otras industrias, como empresas avícolas o de camiones de ganado, que, con el lavado de los vehículos o luego de las lluvias, arrastraban la materia fecal de los animales a los cursos pluviales que desembocaban en ríos afluentes del Matanza.
“Algunos clausuramos, otros están haciendo plantas de tratamiento o redujeron su consumo de agua y acopian ese vertido y lo llevan a una planta de tratamiento de Aguas Bonaerenses (ABSA)”, indicó Lavisse.